Que la moderna necesidad de aparecer, de ser famoso o ser reconocido, lleva a algunos al borde del ridículo, no es novedoso, pero cuando es protagonizado por funcionarios de gobierno, de cualquier estamento, se vuelve lastimoso y lamentable. Solo por citar, Isaurralde o De Narváez sirven de muestra a gran escala, y ahora estrenamos individuos a nivel local, gente que tiene por único mérito en su haber, haber usado medios para hacerse conocidos, haber ganado poco o mucho dinero, y casi nada más. Muchas veces sería apropiado que a pesar del amor a la tecnología, a las redes sociales, a la exposición y a la fama, pusieran por delante el sentido de la oportunidad, de la prudencia y porque no de la sobriedad, como virtud ante los vecinos que pagan los sueldo de políticos y empleados públicos.
Hemos asistido al bochornoso vídeo publicado por el funcionario de Prensa y Cultura Daniel Larriera de hace unos meses atrás, dedicado a su pareja y realizado en las instalaciones municipales con equipamiento del estado local. Esto ha ocurrido nuevamente al exponer las vidas privadas en la vidriera pública de internet, un nuevo rasgo de la cultura moderna que parece no distinguir la exposición pública necesaria de la exposición privada innecesaria. Casi una actitud adolescente.
Días después de que Urquiza abandonara el cargo de secretario de seguridad, Larriera publicó una foto que puede interpretarse como una especie de apoyo a la recuperación el funcionario, donde los muestra juntos divirtiéndose en un paseo en lancha por el rio, lo cual es muy saludable, por cierto. La foto fue retirada del Facebook, sin tener en cuenta que es una vidriera publica, y al retirarla fue demasiado tarde ya que varios usuarios de las redes sociales la habían capturado, y enojados, la republicaron por el mismo medio. Larriera, antes había publicado otra foto el día de la renuncia en un muro municipal, donde se mostraba junto al ex funcionario y al intendente, en otra suerte de reconocimiento a Fifa Urquiza.
Hay que destacar que no está mal el apoyo a un compañero de trabajo, sino todo lo contrario. Pero es imposible dejar pasar por alto estas manifestaciones personales, que seguramente no hablan en nombre del gobierno, y que son muestras abiertamente públicas de cuestiones privadas. Como observador, no veo el trabajo de Larriera, y seguramente me equivoque al pensar que es un ñoqui más, o un favor más que hay que devolver con un sueldito importante. Pero como vecino, Larriera no me entrega nada que me sirva, a diferencia de cualquier empleado municipal cuyo trabajo se ve en una obra, en la atención y/o tareas administrativas, o donde sea que se desempeñe. Nadie me sabe decir que hace Larrierra. Y si lo único que hace es grabar un programa oficial de tv de media hora para cablevisión, cualquier salario que le paguemos, es caro. A simple vista, solo parece un “figureti” mas, ya que sin cargo de relevancia, lo único que parece hacer es aparecer en fotos junto a funcionarios o cuanta persona conocida ande de paso por Ramallo.
Compartir momentos con compañeros de trabajo está bien, pero no es amigable convertir este acto en publicidad. ¿Por qué la necesidad de mostrar solidaridad a través de fotografías que no están destinadas a llegar al supuesto “caído en desgracia”, sino todo lo contrario, se cuelgan en la vidriera para que la vea toda la tribuna?. ¿Cuál es el rédito de que cientos de personas en su mayoría desconocidos, vean este tipo de auto-fotos que nada aportan a nadie?, y peor aún, si lo que se pretende hacer ver es el acompañamiento a un funcionario que dejó su cargo en medio de escándalos, por impericia crónica, y habiéndole fallado a la sociedad que le dio un cargo que no existía, y le pagó con sus impuestos un sueldo y muchos lujos.
Esa foto no me gusta. Puede parecer una frivolidad ante tantos problemas serios, hablar de esto, pero aun así, no es difícil entender la molestia que causa la publicación de este tipo de fotos. La absoluta mayoría de la gente tiene que trabajar muchísimo para ganarse la vida, pero hoy en día, es tan fácil ganar dinero siendo amigo de los gobernantes de turno, que indigna. Larriera continuará cobrando su sueldo como tantos otros que no hacen mucho o no hacen nada, y tal vez debería imitar ese mismo perfil bajo que los mantiene lo más invisiblemente posible. Por lo menos, esto evitaría las críticas públicas a las que se exponen cada vez que se auto lanzan a través de las redes sociales.
EL OBSERVADOR. con material extraído de las redes sociales.